martes, 1 de junio de 2010

INTELIGENCIA ESPIRITUAL Y LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA

INTELIGENCIA ESPIRITUAL Y LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA

Manuel Quispe Villanueva de CIRAPE-ESALUD

Asumo que la lógica de la educación universitaria es la ciencia del todo y sus partes, en la cual las partes son equivalentes y ninguna de ellas puede estar ausente o ser disminuida en su magnitud. Las partes del proceso de aprendizaje estarían representadas por aspectos cognitivos (disciplinas científicas), aspectos procedimentales (habilidades y destrezas que hace el alumno para aprender) y Actitudinales la cual esta relacionada con la formación moral del alumno, aquí esta faltando el elemento espiritual. La concepción del término espiritualidad, en nuestra cultura la definimos siguiendo los siguientes lineamientos debido a que la condición humana no disgrega lo económico, la salud, la libertad, la educación, el amor. Amartya Sen, premio nobel de economía 1998, respecto al desarrollo como libertad indica: “El proceso de desarrollo puede considerarse como una ampliación de la libertad humana. Ya que la evaluación de la libertad puede ser susceptible tanto a lo que hace una persona como a las alternativas que tiene, la libertad proporciona una perspectiva más amplia al juzgar la ventaja humana, y por medio de ella, evaluar el éxito social”. Este es el razonamiento básico que proporciona la base para considerar “el desarrollo como libertad”. Considero que es muy importante en la educación universitaria no sólo determinar y aplicar las necesidades para hacer las capacidades y por ende las competencias en la juventud universitaria, sino también tenemos que hacerlo de una forma contextualmente apropiada. Podemos tomar otro momento de nuestra historia universal, lo aportado por Aristóteles decía “no se trata de vivir por vivir sino vivir correctamente. Claro que ambos para situaciones algo distintas, pero si enfocamos estos dos aspectos para un propósito educativo contemporáneo podríamos tener lo que Amartya Sen propone: “Lo ético facilita el progreso económico, social y político”, por lo tanto nosotros podríamos tomar las ideas anteriores pues, la propuesta de estos personajes ya no son simples tesis sino principios y si es así entonces debemos centrar la educación para el desarrollo humano en los ejes del desarrollo ético, social, cognitivo, económico, psicológico, y espiritual. Puesto que todos ellos son complementarios y equivalentes por lo tanto ninguno de ellos puede faltar, pues la falla de uno de ellos provocaría el desequilibrio de la formación profesional y como consecuencia de la sociedad.
En este contexto filosófico podemos sentar parte del fundamento para una propuesta curricular y al mismo tiempo podemos ver lo que estamos olvidando si nuestro propósito es formar profesionales humanistas, los cuales tienen como propósito enaltecer la dignidad humana. No debemos olvidar que el ser humano tiene un componente espiritual ligado íntimamente a lo ético que lo acerca a la perfección humana como individuo, como miembro de una familia y de la sociedad. No exige menos el contexto del ser humano, pues hasta en sus genes esta codificado su transcendencia (como ser espiritual) y reclama biológicamente una educación en este aspecto. Cuando ignorábamos los componentes biológicos en los cuales debería ser educado el hombre, todo era discutible, pero ahora que conocemos de ciencia y experiencia el componente espiritual del hombre, no debe caber duda, porque si no se hace asi quedamos en el academicismo de siempre y el ser humano no es puramente eso, tampoco busca eso y nuestros jóvenes y la sociedad misma reclaman con urgencia este algo que estamos olvidando “la educación espiritual”.
Si no se comprende el aspecto cultural, social, psicológico, moral y espiritual de nuestra sociedad Chimbotana como vamos, nosotros los docentes, a poder dirigirlos para que sean humanistas solidarios y responsables con su prójimo. Esto necesariamente exige amor propio y amor hacia el prójimo, de donde sacar esto sino es del ser supremo “Dios”, seguro que esto es espinoso y probablemente no podamos abordarlo como una disciplina clásica, pero ello no lo libera de nuestra responsabilidad y realidad, podemos pedir ayuda y se nos asistirá, de eso si estoy seguro. Quizá no podamos ver el aspecto espiritual como otro eje central de la educación universitaria pero no debemos olvidar que el acto profesional, esta ceñido siempre, a lindar con la responsabilidad, el amor y la moral. Como pedir que un egresado demuestre amor al prójimo si nunca lo hemos ejercitamos en dicha actividad. No propongo hacer rituales religiosos pero si estoy convencido que debemos aceptar, comprender y educar este aspecto desde un punto de vista filosófico para los alumnos y para nosotros los educadores, pues eso nos va ha permitir ayudarlos o guiarlos en su formación moral que si linda con el amor al prójimo. Sería muy saludable comenzar por nosotros.
Finalmente considero que el aspecto espiritual, tomado desde un punto de vista filosófico (como punto de partida), muy bien podría ser un punto de encuentro de nuestros jóvenes Chimbotanos, que reúna todas los “estratos social-religiosos”. Estos puntos de encuentro deben permitir a ellos elaborar su agenda ética y ayudar a formar su moral y permitirnos a nosotros mostrar que nos preocupamos verdaderamente de ellos y que los queremos no bajo un paternalismo, sino bajo la responsabilidad del relevo de generaciones. Si ellos promueven o realizan estas actividades pueden ir conociendo y formando su espiritualidad personal, social y cumplir con nuestra misión de formar profesionales humanistas cada vez más libres y más capaces de desarrollar una sociedad más justa.

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